jueves, 11 de diciembre de 2025

COMIDA DE COMPAÑEROS

 Hoy tocó la gran comida de “compañeros”.

Ese ritual corporativo donde todos se ponen la máscara de “somos un equipo”… excepto cuando hay que currar, ayudar o asumir marrones, claro. Ahí el espíritu de equipo se evapora más rápido que el vino de la mesa.


Yo, mientras tanto, disfrutando del circo: sonrisas de plástico, abrazos de compromiso y discursos de “unidad” que no se cree ni el que los suelta.

Un Masterchef del postureo.


Y sí, solté un par de bombitas. No me pude resistir.

Total, alguien tenía que ventilar un poco el ambiente, que tanta falsedad concentrada da dolor de cabeza.


A algunos les molestó. Qué pena, oye.

Será que la verdad sienta peor que la mala digestión.


Pero yo no sé ir de puntillas ni hacer reverencias al que juega a ser “compañero” solo cuando hay jamón de por medio.

Prefiero ser directa que decorativa.

En resumen:

Me lo pasé bomba.

Ellos quizá no tanto.

Cosas que pasan cuando las máscaras resbalan.




Y, por si a alguien le quedaba la duda:

Mi EQUIPO —en mayúsculas— es otro.

El de verdad. El que no necesita pose, ni poseedor, ni foto forzada para demostrarlo.

Con ese sí voy a cualquier guerra.

El de hoy… solo a la comida anual. Y ya es bastante. 




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